jueves, 25 de junio de 2015

UN MAL DÍA




Hoy es un día de estos en los que estoy cansada, muy cansada y enfadada con el mundo. Cuando estoy así es mejor no acercarse a mí, además el cielo se ha puesto en mi contra y el único día de invierno que he salido de casa sin paraguas ha empezado ha caer el diluvio universal.



Acaba de entrar en casa empapada, se nota que ha tenido un mal día porque lo ha tirado todo en la entrada, me ha dado un beso casto en la mejilla seguido de un “no preguntes y déjame en paz un ratito” en forma de gruñido y dando un portazo se ha metido en el baño.


Necesito darme un baño, entrar en calor y olvidarme del mundo, del asco que me da la humanidad y de lo harta que estoy de mi misma. El agua caliente junto con las sales de baño hacen que mi cuerpo se relaje. La música que he puesto me tranquiliza, cierro los ojos y me desvanezco del mundo.


Lleva una hora y media metida en el baño, no estoy seguro de que deba acercarme todavía, pero hoy estoy feliz así que aun a riesgo de llevarme un sermón, voy a aproximarme. Está metida en la bañera con los ojos cerrados, rodeada de espuma, sin ser consciente del tiempo que lleva ahí dentro.


Abro los ojos, él está mirando desde la puerta haciendo pucheritos mientras tantea el terreno. El pobre es la victima más común de mis cambios de humor. Le sonrío y hago un gesto para que se acerque. Se agacha a mi lado y cogiendo su cara entre mis empapadas manos, le doy un beso en los labios invitándole a entrar conmigo. Con un baile que pretende ser sexy empieza a quitarse la camiseta, los pantalones, los calzoncillos…


Me meto en el agua, que está hirviendo, bajo su atenta mirada convertida en juguetona tras la tormenta. Se pone sobre mí y empieza a  besarme el cuello poco a poco. El vapor, el roce de sus caderas, el agua caliente, sus labios acariciando cada milímetro de mi cuerpo… todo hace que me empiece a tensar.


Me tiene rodeada entre sus brazos, acariciando lentamente desde mi nuca hasta el culo, mientras nos fundimos en besos de lenguas entrelazadas. Nuestra respiración se acelera, estamos excitados y ya no me acuerdo porque estaba tan enfadada, el día ha mejorado notablemente.


Dejo de besarla y le sugiero que vayamos al dormitorio. Salgo de la bañera, le ayudo a levantarse, rodea mi cuello con sus brazos y de un salto se sube en mis brazos, enlazando mi cintura con sus eternas piernas.


Me lleva sujeta, con nuestros cuerpos tocándose, hasta el dormitorio. Cerramos la puerta. Esto no es apto para todos los públicos.

7 comentarios:

  1. ale, y lo deja en lo más interesante...

    Me gusta ese cambio de narrador y que sea en presente todo el rato.

    Y una buena manera de hacer relato sin meterte en profundidad jajaja! Petición cumplido supongo, ¿o no?

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  2. coincido con nerea. esta muy bien el presente y el cambio de narrador pero nos has dejado a medias... ¿qué pasará después?

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    1. Después hay sexo. Usar la imaginación que pa eso la tenéis.

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    2. ya, hasta ahí habíamos llegado e imaginación tenemos todos, pero las pelis subidas de tono y los libros eróticos no se dejan de vender (vease 50 Sombras de Grey y todos sus parecidos)

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  3. Me ha gustado mucho la forma de contar la historia, desde los dos puntos de vista... y lo has sabido dejar en el punto exacto de querer más...
    Besines...

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  4. Es una evidencia de que no se puede hablar de días malos, como dicen, hasta el rabo todo es toro (y no va con segundas intenciones).
    Besos.

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