Una habitación vacía y una fotografía en la pared.
Todo empezó un
lluvioso día de invierno. Llevaba toda la semana sin arreciar y la tierra hacia
tiempo que había dejado de tener capacidad para absorber el agua que caía del
cielo.
Los ríos se estaban desbordando y todo el pueblo estaba en alerta roja. Trasladaron a todo el que vivía cerca del rió a una gran carpa habilitada para pasar varias noches, todo el mundo colaboraba y yo iba con un montón de mantas para repartirlas entre los presentes y esa fue la primera vez que lo vi, bueno, mejor dicho la primera vez que no lo vi.
Los ríos se estaban desbordando y todo el pueblo estaba en alerta roja. Trasladaron a todo el que vivía cerca del rió a una gran carpa habilitada para pasar varias noches, todo el mundo colaboraba y yo iba con un montón de mantas para repartirlas entre los presentes y esa fue la primera vez que lo vi, bueno, mejor dicho la primera vez que no lo vi.
-
¡¡¡Joder!!! Hay que mirar por donde se va. ¿Estás bien?
-
Sí, eso creo.
En ese momento levante la mirada y allí estaba el con cara
de enfadado y un liquido verdoso ensuciándole la camiseta. Tendió su mano y me
ayudo a levantarme.
-
Lo siento, demasiadas mantas…
-
Por lo menos no pasaras frío – dijo con una sonrisa en
los labios mientras me ayudaba a recoger las mantas.
Después de un par de horas nos dimos cuenta de que los dos
estábamos estudiando, vivíamos en aquel pueblo por casualidad, de que también
trabajábamos, de que a los dos nos encantaba ver películas (sobre todo de
terror) y de que los dos adorábamos viajar.
Los días iban pasando y el tiempo no cambiaba, cada vez
había más gente en aquella carpa. Intentábamos ayudar en todo lo que podíamos,
con la esperanza de que la espera se acortase. Todas las tardes jugábamos a
juegos de mesa con todo el que se apuntase y después hablábamos de mil cosas
hasta caer dormidos. En la carpa se solo se oían quejas sobre la lluvia, lo mal
que se estaba allí, lo mucho que echaban de menos estar en casa y el poder
salir a la calle. Una de esas tardes cansado de escuchar lo mismo, se subió a
una mesa con un balón en las manos y empezó a gritar.
-
¡EEEHHH! ¡EEEHHH! ¿Quién se viene a jugar conmigo a fútbol?
Todo el mundo le miro como si se hubiese vuelto loco y luego
siguieron a lo suyo. Pero él no se dio por vencido.
-
¡EEEHHH! ¡Vamos! ¿Quién se viene a jugar?
-
Tío, ¿se te ha
ido la olla?
-
Puede que sí. Llevamos aquí encerrados demasiado. No
sabemos lo que pasara mañana Necesitamos
tomar el aire, respirar, olvidarnos de que estamos aquí atrapados.
Dio un salto de la mesa, salio de la carpa y tiro el balón
al suelo.
-
Aquí es seguro. Es solo agua. ¿Quién se apunta?
Estaba bajo la lluvia empapándose, en ese momento mi corazón
estallo y tuve la certeza de que me había enamorado de él. La gente, por
supuesto salió a jugar y al ver que yo seguía en la entrada me pregunto: ¿Tú no
vienes? Sí, claro que fui, en ese momento nada podría presagiar lo que iba a
pasar al día siguiente.
Eran las 8 de la mañana, pidieron voluntarios, para ir a por
provisiones. Nos presentamos y fuimos a la parte baja del pueblo. Al pasar al
lado de un puente vimos a un perrito enganchado a una rama intentado subsistir.
-
Tenemos que sacarlo de ahí. – dijo todo convencido.
-
Es muy peligroso.
-
Que va, no te preocupes- paso al otro lado de la valla.-
Voy a intentar cogerlo, esta cerca. Iré con cuidado.
Después de mucho discutir fuimos hasta el puente.
-
Voy a pasar al otro lado, sujétame bien del brazo-
dijo, agachándose y estirando el brazo todo lo que podía para llegar a coger al
terrier.
-
Ten mucho cuidado.
-
Casi lo tengo, solo un poquito más.
El agua venía con mucha fuerza, traía consigo ramas, bancos,
incluso árboles enteros.
-
Solo tengo que estirarme un poco… ¡Ya esta, lo tengo!
Ven aquí chiquitín – le dijo al perro mientras lo cogía en brazos- Toma cógelo
para que pueda pasar al otro lado.
-
Sabes, los de la carpa tienen razón, estas como una
puta regadera. Espera que dejo al perro en el suelo y te ayudo a pasar.
Justo en el momento
en el que solté al perro cedió la barandilla, dejándolo sujeto de un barrote
medio suelto que impedía que se lo llevase el agua.
-
Dame la mano – grite y el como pudo me dio la mano.
Estaba apoyada en la barandilla tirando de él con todas mis
fuerzas, pero la corriente lo arrastraba.
-
¡SOCORRO! ¡NECESITAMOS AYUDA!- gritaba.
-
¡Suéltame! –dijo-Si la barandilla cede nos vamos a
ahogar los dos - ¡Suéltame!
-
No, ni hablar, por encima de mi cadáver – Mientras
sentía que mis dedos resbalaban.
-
¡Suéltame!
-
¡NO!
CONTINUARA…
por fin lo he leido!!!!! jajaja!
ResponderEliminaresta vez me ha costado... :-(
xq dejas las historias a medias?muy mal...y la habitacion de la foto? jmmmm...espero q la continuacion llegue pronto...
Yo tambien espero que llegue pronto...
ResponderEliminarLo deje sin terminar x q se como + o - quiero q termine pero tadavia no se como llegar a ese punto. Ademas así ya es suficientemente largo y me da pa más.
Aaa! Lo de la foto es un gancho :D