viernes, 22 de mayo de 2015

CIUDAD DE DIOSES



¡No había ni que decir! Rica y glamorosa era la ciudad que le hacía tener pesadillas y ella temía que llegase el día en que la visitara por primera vez. Había sido la elegida entre todas para cumplir ese gran honor. Cada año, dos semanas antes del día en el que la luna cubría el sol, los oyentes de los oráculos daban el nombre de la mujer elegida por los dioses. Debían tener entre 17 y 23 años y sus cuerpos ser sacrificados en la ciudad de Teotihuacan en el preciso instante en el que el día se convierte en noche, sirviendo sus almas eternamente a los dioses en el Asgard, una distinción que el resto de los mortales jamás tendrían.

Su abuela, desde que supieron la gran noticia, todas las noches le contaba historias sobre la imperial ciudad. Ella hacía años había servido para Seiðmaðr supremo de la ciudad. Le contaba que los edificios estaban construidos de oro y mithril, como había estatuas echas con rubís. Le contaba que las damas vestían con vaporosos vestidos de seda y lino adornados de abalorios de diamantes. También le dijo que los banquetes eran extraordinarios, la comida provenía de todos los lugares del mundo conocido, manjares que jamás podría llegar a imaginar, dulces, salados…mesas llenas de delicias que solo los altos cargos tenían el privilegio de degustar y que ella al ser la elegida tendría la oportunidad de probarlos. Pero sobre todo le hablaba de la habilidad de los constructores al diseñar la metrópoli para que los cuidadores del templo, los sacerdotes y los oyentes de los dioses en el oráculo de Delfos estuviesen siempre a salvo. Como habían llenado de túneles subterráneos y pasadizos secretos toda la ciudad, que llevaban a países lejanos donde las costumbres eran diferentes. Como antaño todos los ciudadanos conocían su existencia, pero que los conocimientos se perdieron y que ahora solo el supremo Seiðmaðr sabía donde se encontraban las puertas, pero quien supiese mirar bien las descubriría sin problema.

La noche anterior a su partida el miedo la atemorizaba, luchó con todas sus fuerzas contra el agotamiento, pero cuando él ganaba la batalla las pesadillas reaparecían. Ella intentando librarse de los dos gigantes que la arrastraban hacia el altar mientras gritaba y pataleaba, de rodillas vestida de blanco con el mundo mirándole, el frío acero en la garganta, la sangre salpicándolo todo, un río rojo corriendo escaleras abajo… los gritos se escuchaban en todo el pueblo, pero nadie fue a consolarla. Ser la elegida era un gran honor y ella debía aceptarlo con orgullo.

Al alba, el carruaje que desgraciadamente la llevaría a la temida ciudad apareció en su puerta. Su familia se despidió de ella fríamente recordándole lo orgullosos que estaban de que fuese a servir eternamente a los dioses. Solo su abuela se acercó a ella y le colgó una llave al cuello y mientras la abrazaba le dijo:

-         Jamás te quites este collar, llévalo para no olvidar mis historias y recuerda que siempre hay llaves maestras.

Se subió al carruaje conteniendo las lágrimas, deseando que alguien lo parase, pero nadie lo hizo. Las mujeres del pueblo cantaban canciones de melodía triste y echaban flores negras a su paso, entre ellas vio a sus amigas con las que tantas veces había jugado y a las dulces niñas que en el futuro podían llegar a tener su mismo destino. Cuando solo se oía el trotar de los caballos sacó la cabeza por la ventana, miró atrás comprendiendo que aquel era un viaje sin retorno y  dos ríos inundaron su cara. Se pasó el resto del viaje acurrucada en el suelo sin saber donde estaba. El carruaje debió de pararse pero ella no se dio cuenta. Un señor alto, de piel morena y vestido con una túnica blanca abrió la puerta.

-         Levanta – le dijo con voz firme dándole la mano para ayudarla a salir – Bienvenida a la ciudad de los dioses.

Al salir se quedo sin habla. Todo lo que decían sobre ella, todo lo que su abuela le contó era real, nunca había visto algo tan bello. La acompañaron al interior del templo, en el cual se encontraba el oráculo de Delfos donde los dioses gritaron su nombre. La llevaron hasta una habitación con una colosal cama, con una amplia ventana que daba a un balcón y una inmensa bañera de oro. Una chica vestida de rojo la esperaba dentro.

-         Ella será tu doncella. Te acompañara en todo momento hasta que llegue la hora de reunirte con los Dioses. – Dice – Ayúdala a prepararse, que se de un baño. – Ordena a la doncella – Cuando estés preparada bajarás a comer al gran salón, allí podrás degustar manjares que tu paladar nunca olvidará. A la tarde, iremos a ver los combates entre gladiadores, que lucharán por tener el honor mañana de acompañarte al Asgard para servir como escuderos.

En cuanto el sacerdote abandonó la estancia, su ayudante empezó a llenar la bañera y mientras la ayudaba a acicalarse no dejaba de decirle lo afortunada que era por ser la elegida de los Dioses, la envidia que le tenía, lo mucho que a ella le gustaría estar en su lugar, lo increíble que debía resultar servir a los Dioses… Sabía que la doncella tenía razón, pero ella lo único que sentía era pánico y rabia.

El comedor estaba repleto de personas, una música alegre sonaba por toda la estancia, las mesas estaban cubiertas de deliciosos manjares, se sentó a comer y no paró hasta sentirse más que saciada y por un momento se olvidó de donde estaba, embriagando su alma de felicidad. A la tarde fueron al circo, a ver luchar a  los gladiadores, eran combates a muerte, cortaban la carne con sus espadas como si fuese mantequilla, degollaban y destripaban a sus rivales en cuanto se les presentaba la oportunidad, todo olía a sangre y vísceras, pero la gente no dejaba de gritar y animar entusiasmados. Pronto empezó a sentirse mareada, el pavor no le dejaba pensar, sentía nauseas, intento marcharse de allí pero la doncella le decía que sería una gran falta de respeto hacia los nobles luchadores y la retenía impidiéndole huir. Aguantó lo insufrible, ni cuando devolvió toda la comida la dejaron machar, hasta que terminó desvaneciéndose.

Al despertar era de noche, estaba en su habitación limpia y metida en la cama. A su vera, en un pequeño diván dormía placidamente su vigilante aun vestida de rojo. Se levantó a toda prisa, tenía que escapar, no quería sacrificarse por los Dioses, ella jamás pidió esa distinción. Empezó a buscar una salida, sabía que tras la puerta estaban los guardias, pensó en saltar por en balcón pero descarto la idea al ver la altura y el patio lleno de soldados, estaba atrapada, aquello era una trampa mortal, perfectamente diseñada para que nadie pudiese huir. Cuando comprendió que su destino ya estaba escrito, que tenía que aceptarlo se sentó en el suelo dispuesta a abandonar sus ojos al llanto, pero al hacerlo, en la pared del fondo vio un pequeño agujero, se acercó a él, llevo su mano al cuello y en ese preciso instante recordó las historias que su abuela le había contado. Cuando se disponía a coger la llave escuchó una voz tras ella.

-         Deberías estar durmiendo. – Dijo su carcelera desde el diván – Hoy ya nos has avergonzado lo suficiente. Mañana debes tener buen aspecto para los dioses.

Pensó en escapar y correr, pero sabía que su vigilante avisaría a los guardias antes de que pudiera hacer nada. Así que decidió tranquilizarla, hacer que creyese que tenía la razón, que por fin había comprendido lo que significaba ir al Asgard y se metió en la cama fingiendo dormir. Cuando oyó los leves ronquidos, se levantó, al mismo tiempo que se ponía sobre ella para inmovilizarla, aplastó su almohada contra la cara de la sirvienta hasta que dejó de patalear y su cuerpo se volvió flácido. Se dirigió otra vez hacia la pared, metió la llave que su abuela le había dado por el agujero, la giró con cuidado y al hacerlo una puerta se abrió frente a ella mostrándole un largo y oscuro túnel. Cogió todas las velas de la estancia, los fósforos, una manta, la comida y cerrando la puerta tras de si, se dirigió hacia lo desconocido.

5 comentarios:

  1. Tengo que admitir que al principio creía que no iba a ser nada del otro mundo porque estaba basado en un mundo de mitología que ahora con Thor y demás películas se ha expandido mucho y mucha gente lo conoce, pero me ha gustado.

    Mira que yo soy borde pero la doncella por la noche no se queda corta jaja! Y la abuela me cae bien. No dice nada claro pero lo dice todo.

    Y la chica la eligieron mal, demasiado lista. Es capaz de mantener la calma y convencer a la doncella y luego es capaz también de pensar en velas, manta y comida. Aunque entiendo que la doncella no sabría de la existencia de esa puerta...si no al bañarla y asearla le llamaría la atención una llave colgada del cuello.

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    1. Mujer de poca fe... Ni con mi mezcla de diferentes mitologías te he convencido. Que daño ha hecho Marvel al mundo de la mitología....

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    2. P.D.: Tienes toda la razón, no es nada del otro mundo.

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    3. Yo no he dicho eso...sabes escribir pero la comprensión del texto no se te da bien veo :-P

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    4. Sí, la cruda realidad es que me cuesta un barbaridad entender los texto. De todas formas aclarar que mi comentario anterior era una afirmación, el texto no es nada del otro mundo.
      También aclarar que en eso de escribir voy justita, no te creas que se hacerlo, el autorrellenar ayuda mucho. Incluso a veces escribe él solo los relatos.
      Un cordial saludo

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