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El Esperanto realmente fracasó por una buena razón… -
Comentaba el profesor.
Era la clase de lingüística de la universidad. El aula era
enorme, podía albergar a más de quinientos alumnos, estaba distribuida en forma
de grada y el profesor se colocaba abajo con el micrófono. Pero aquella clase,
con aquel profesor al borde de la momificación, era tan aburrida que incluso
las arañas huyan de ella y por supuesto, los alumnos después de la primera
semana habían salido en estampida.
Solo quedaban nueve valientes soldados que acudían a la clase con una frágil esperanza de recibir puntos extra para aprobar.
Solo quedaban nueve valientes soldados que acudían a la clase con una frágil esperanza de recibir puntos extra para aprobar.
A la izquierda más o menos por la mitad del aula, se
encontraban sentadas María y Ane tenían un montón de apuntes dispersos encima
de la mesa pero las dos estaban concentradas en el Sudoku situado en la mitad.
De vez en cuando alguna de las dos ponía algún número y escribían en un folio
algún comentario sin mucho sentido.
Mark era de Birmania, un estudiante de intercambio. No
entendía nada, se dio cuenta más pronto que tarde de que se había confundido de
clase. Estaba sentado en la parte derecha del aula, justo al otro lado de la
puerta y era consciente de que para salir de allí tendría que cruzar por
delante del profesor. La vergüenza y el respeto le impedían huir.
Picasso, apodado así por su don, se encontraba sentado en la
última fila del lado izquierdo. Sus manos manchadas de carboncillo se movían
hábilmente a través del papel y su mente estaba lejos, muy muy lejos de aquel
sitio.
Diez filas por debajo, Mateo jugaba al Candy Crush en su
móvil. Había empezado a jugar por recomendación de un amigo y dos segundos más
tarde ya estaba atrapado entre sus garras, era su marca de heroína.
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El Esperanto fue un buen intento, pero el secreto para
que un idioma común triunfe es que… - seguía explicando el catedrático.
Marta y Luis estaban en la zona alta, en la parte derecha.
Ella estaba de rodillas con la cabeza metida en la entrepierna de su novio. Él
tenía su mirada fija en el infinito, las dos manos con la uñas clavadas agarrando
la silla, se mordía el labio inferior con todas sus fuerzas para intentar no
gemir de placer delante de todos.
Ander, estaba en la fila de detrás de los tortolitos, apenas
unas pocos asientos a la izquierda. No quitaba ojo a lo que hacían, estaba
excitado, con las manos en los bolsillos, empezado su carrera en el vouyerismo.
Escondida detrás de Ane y Maria, la joven Macarena
descansaba placidamente, los apuntes absorbían el goteo de baba que se escapaba
de su boca abierta. Había sido una larga noche de jueves.
En la tercera fila y justo delante del profesor estaba
sentada Jone. Era a la única que le apasionaba esa clase y por ello escuchaba
atentamente. El esperanto siempre le había intrigado, se preguntaba porque
jamás había triunfado un idioma común para todos. Aquel día, en aquella
inhóspita clase, con aquel sabio incomprendido, encontró la respuesta a todas
sus dudas.
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Y todos estos motivos hicieron que el Esperanto
fracasase. – Dijo, dando por finalizada la clase.
joe....y los motivos? estaba esperando los motivos!!! Aunque eso me haga parecerme a Jone...la diferencia es que ella los sabe y yo no.... :'-(
ResponderEliminarYo tampoco los se, asique tendrás que preguntarselos a Jone. Ademas la primera frase de la historia está dada x jone, y yo necesitaba escribir sobre ellos mientras pensaba en como esquibar el tema.
ResponderEliminarMuy mal, debias recopilar información y profundizar más en el tema de Jone
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