El del puente fue uno de los peores momentos de mi vida. Por
suerte nuestros compañeros me habían oído gritar y llegaron a tiempo para
arrastrarlo fuera del agua.
Cuando todavía estábamos tirados en el suelo intentando recobrar la respiración pregunto:
Cuando todavía estábamos tirados en el suelo intentando recobrar la respiración pregunto:
-
¿Quieres venir a cenar conmigo algún día? Ya sabes
cuando acabe todo esto, no se, ir a
cenar en plan formal y luego al cine o algo así.
Un año después nos
fuimos a vivir juntos. Éramos uña y carne, cuidábamos el uno del otro. Ese
verano mientras me abrazaba viendo un atardecer en la paya, dijo “Cásate
conmigo” y yo le conteste “Vale”, no hizo falta nada más.
Era Junio, llevábamos un año organizándolo todo, cuando
decides casarte no te das cuenta del trabajo que conlleva, que si el banquete,
que si el lugar, que si las invitaciones, que si el vestido… un centenar de
cosas que hacen que te plantees seriamente el fugarte y hacerlo a escondidas. Me desperté
temprano, él estaba dormido a mi lado, me quede mirándolo, parecía tan
tranquilo, estaba en paz. El teléfono móvil hizo que mi oasis se desvaneciese,
mi madre me llamó para recordarme que en media hora tenia que estar en la
peluquería, mientras me duchaba el me preparó un café.
-
Oooohhhh, gracias. Eres un cielo.
-
Pensé que lo necesitarías.
-
¿No tienes nada más fuerte?- le pregunte- No creo que
esto me de para soportar toda la mañana.
-
Te iba a poner tequila, pero al final deseche la idea. No
quedaría bien que la novia devolviese encima del novio en vez de besarle.
-
Te quiero – dije.
-
Yo también te quiero – contesto.
Me despedí con un beso y salí de casa, justo antes de cerrar
la puerta oí:
-
Estere allí esperándote. No me dejes tirado.
A media mañana estaba embutida en un vestido blanco, el sol
brillaba en el cielo y hacia un agradable calor. Los invitados estaban en el
jardín esperando a que saliese del coche y al fondo estaba él esperándome como
me había prometido. La ceremonia fue corta y los Sí Quiero llenaron el lugar de
aplausos. Nos sacamos un montón de fotos con los invitados, tantas que nos
dolían las mandíbulas de sonreír. Nos metimos en el coche para ir a los
acantilados a hacer el reportaje.
-
Menos mal, por fin un poquito de paz. - dije aliviada.
-
¿Tan terrible ha sido casarte conmigo? – pregunto con
voz de ofendido.
-
La verdad es que bastante- conteste con una sonrisa.
-
Yo la entiendo – intervino su hermano mayor que
conducía el coche- Sigo sin entender como la has convencido para que se case
contigo. Yo en su lugar nunca lo hubiese hecho.
-
La verdad es que siempre ha estado un poco loca- dijo
el.
-
Oooiiee- proteste y los tres no echamos a reír.
Cuando llegamos, los fotógrafos ya estaban esperando, nos
sacaron muchísimas fotos (o esa fue mi sensación) abrazados, besándonos, en
solitario…. Después de una hora posando, nos volvimos a subir en el coche para
ir al banquete.
Es curioso como reacciona el cerebro en diferentes
situaciones, como hace recordar tonterías y olvidar cosas importantes. Yo
apenas recuerdo nada de aquel viaje, la canción que sonaba, el dolor de mi
brazo, alguien que me cogía de la mano, luces brillantes, un calor abrasador en
mi cabeza, personas difusas haciéndome preguntas y después silencio, solo eso
pude rescatar de mi memoria. Me desperté
dos semanas después en una cama de hospital, con un tubo que atravesaba mi
garganta, sin ninguna fuerza para moverme. Cuando se dieron cuenta aparecieron
los médicos que me quitaron el tubo y me hicieron el reconocimiento, también me
preguntaron pero no conseguí decir nada, me dijeron que era normal y que
descansase. Cuando volví a despertar mi madre y su hermano estaban en mi
habitación, tenía mal aspecto había envejecido diez años, llevaba unas muletas
y tenia cortes en cara y brazos. Le miré a los ojos y lo supe, aunque pregunté.
-
¿Dónde está?
-
Tuvimos un accidente. Un camión nos arrollo, el golpe
le cogió de lleno, sus heridas- las lagrimas corrían por su cara- Sus heridas…
no, no lo ha conseguido, murió allí mismo.
Mientras hablaba sentía como mi alma abandonaba mi cuerpo
dejando solo un enorme vacío, no había nada más, solo vacío. Deje de
escucharlos.
Unos días más tarde me dejaron salir del hospital, mi
familia quería que me fuese con ellos pero les convencí diciendo que estaría
bien y aceptaron tras la promesa de su hermano de vigilarme. Quería volver a
casa, a nuestro hogar, donde estaban sus cosas y tenía recuerdos felices. Cuando llegue allí vi su ropa, sus cosas, la
almohada todavía olía a él. Me tire en la cama y perdí la noción del tiempo. Su
hermano venía esporádicamente, me obligaba a ducharme, a comer y luego se iba
recordándome que tarde o temprano tendría que seguir con mi vida.
Una mañana, mientras estaba tirada en el sofá sonó el
teléfono, nunca lo cogía, pero esa vez no se porqué, lo cogí.
-
Si
-
Hola buenos días, le llamo desde el estudio fotográfico.
Siento mucho lo de su marido.
-
Gracias – dije automáticamente.
-
Le llamo para recordarle que tiene aquí las fotografías
de su boda, puede pasarse usted cuando quiera.- silencio. Ella prosiguió- No
nos corre ninguna prisa. Cuando esté preparada, aquí estarán.
-
Gracias – balbuceé de nuevo.
Esa misma tarde me dirigí al estudio. Me llevaron a una
habitación con un ordenador encima de una mesa de escritorio.
-
Todas las fotografías de su boda están en esta carpeta,
puede elegir las que quiera para el álbum. No tiene por que hacerlo ahora, se
las pasaremos en un formato digital y las puede elegir en casa. En el precio
también se incluye, como ya sabe, la ampliación de una de las fotografías.
-
¿Podría verlas?- pregunte.
-
Claro.- dijo- Están en esa carpeta. Tómese el tiempo
que necesite.
Me quede sola en la habitación mirando a la pantalla donde
ponía nuestros nombres. Agarré el ratón,
no sin esfuerzo, cliqueando encima de la carpeta. Empecé a pasar las fotos de
una en una, las de la ceremonia, las de los invitados y en todas estaba él. Por
cada foto que pasaba el agujero de mi interior se hacia más grande. Al llegar a
las fotografías del acantilado, en una en la que estábamos los dos abrazados
sonriendo sin ninguna preocupación, no pude más, la quite de la pantalla.
Dentro de la carpeta se veían las miniaturas de las diapositivas, iba a
cerrarlo también, pero una llamo mi atención. Se vislumbraba el mar al fondo,
él estaba de pie con las manos en los bolsillos, no estaba posando, estaba
mirándome como si siguiese vivo, como si me pudiese ver. Mi corazón empezó a
palpitar, parecía que se me iba a salir del pecho. Me levante y fui a por la
encargada a la que arrastre hasta delante del ordenador.
-
¿Podría ampliarme esta? – pregunte.
-
Claro – dijo extrañada- Pero, ¿No preferiría una en la
que aparezcan los dos?
-
No – conteste en un tono seco - ¿Cuánto tardaría?
-
Podríamos tenerla aquí en una semana.
-
Bien háganlo.
Una semana después me
lo lleve a casa y lo colgué en la pared de la única habitación que
estaba vacía. Me sentaba en el suelo envuelta en una manta mirándole, pasaba
allí todo el día, por alguna razón me sentía segura. Tenía la sensación de que
cada vez se acercaba más a aquella habitación.
Uno de esos días, mientras estaba tirada oí el timbre, pero
no me moví. Seguido oí unas llaves que abrían la puerta, pero seguí sin
moverme, ni siquiera lo hice cuando entro en la habitación. Se quedo mirando un
rato a su hermano que estaba colgado en aquella pared.
-
¿Qué haces? – Estaba enfadado – No puedes pasarte aquí
el día. Él no va ha volver, está muerto. Pero tú no lo estás. Tienes que
levantarte y seguir con tu vida.
Seguí en el suelo quieta.
-
Te lo digo en serio, o te mueves y empiezas a hacer
algo o traigo al médico y hago que te encierren y te mediquen. – amenazo – O
mejor aún, llamo a tu madre y le digo que se venga a vivir contigo. ¿Crees que
ella te de dejara estar así?
-
Vale – le dije enfadada mientras me levantaba – el
lunes empiezo a trabajar. ¿De acuerdo? ¿Estás contento?
-
Mucho – dijo – Te he traído comida. – suspiro- Sabes,
yo también le echo de menos.
Empecé a trabajar, aunque me pasaba el resto de las horas en
la habitación, era el único lugar donde desaparecía aquel vacío. Una tarde una
tarde al llegar al piso, entre en el cuarto y algo había cambiado. Él tenía la
mano extendida. Me aproximé y estire mi mano como para coger la suya, al tocar
la imagen algo tiro de mí. Volvía a estar en los acantilados y él me sujetaba
de la mano.
-
Hola preciosa – dijo sonriendo y me abalance a sus
brazos.
-
Te he echado de menos – le dije con lagrimas en los
ojos por primera vez desde el accidente.
-
Y yo a ti.
-
¿Cómo he llegado hasta aquí?
-
No lo se
-
¿No lo sabes?
-
¿Por qué te quedas ahí tirada? – pregunto cambiando de
tema.
-
Duele demasiado estar en cualquier otro sitio.
-
Entiendo, a mi también me duele cuando no estás.
Nos miramos a los ojos durante un rato.
-
¿Sabes que no hicimos el día de nuestra boda? -
pregunto.
-
Muchas cosas.
-
Ya, vale, pero, no bailamos ¿Bailas conmigo?
-
No hay música…
Comenzó a tararear y los dos giramos enroscados en aquel
abrazo. Al de un rato algo brillo.
-
Creo que llegó la hora de que te vayas – dijo apenado.
-
Yo no quiero irme – proteste.
-
¿Qué te parece si quedamos mañana a la misma hora? –
pregunto – Mi hermano tiene razón, tienes que seguir viviendo.
-
No quiero irme. Y ¿Si no puedo volver?
-
Te prometo que estaré aquí. Hasta mañana.
Me desperté en el suelo enrollada en la manta. Fui corriendo
hacia la foto, sin embargo no paso nada. Pasé la jornada nerviosa y cuando
llegué, me acerqué a la imagen y volví a sentir aquel tirón.
-
Hola preciosa. Te prometí que estaría aquí – dijo con
una sonrisa.
El tiempo pasaba, todas las tardes me encontraba con él y a
las mañanas me despertaba dentro de la manta. Para cuando llegó el invierno, ya
no tenia fuerzas.
-
Es hora de que te vayas – dijo con tristeza.
-
No. No me pienso ir. Estoy cansada, quiero quedarme
aquí contigo. Por favor.- suplique.
-
Está bien, quédate, - dijo con dulzura – yo tampoco
quiero separarme de ti. Pero, si no te vas ahora, creo que ya no podrás volver.
-
No me importa. Quiero quedarme aquí contigo. Te quiero.
-
Yo también te quiero.
Oí un ruido en el exterior, miré y allí estaba la habitación
con la manta en el suelo y en la puerta estaba su hermano. Sabía lo que estaba
viendo. En la fotografía en vez de una persona había dos.
jmmmm...debido a las queejas debo informarle de que mi comentario no será tan original, interesante o divertido como lo hubiera sido en el caso de tener todo el tiempo que necesitaba.
ResponderEliminarDe todas formas, mi comentario no es negativo, sino todo lo contrario. Podía imaginar cualquier continuación menos esa jajjaa!Aunque me ha recordado ligeramente a lo que paso en el capítulo de LUNA de ayer (por supuesto, el plagio lo hicieron ellos...), especialemente la parte en la que solo ella puede verle, o mas bien meterse en la foto.
PD: Para cuando la siguiente?
En el capitulo de q???? Cualquier parecido con la serie es concidencia x q nisiquiera la conozco. Lo de poder entrar en la foto lo tenia pensado desde el principio. Si comprueba usted la fecha de publicacion del relato y dado q estaba escrito un dia antes de ser publicado, se dara cuenta de la imposibilidad de plagio, x lo menos de mi parte.
EliminarSiempre son de agradecer sus comentarios x muy poco originales, interesantes o divertidos que sean. Aunque, no tenia porque darse tanta prisa dado que las quejas han sido eficientemente aplacadas y la quejica no tendra q estar delente de unos papeles aburriendose mucho tanto tiempo, mientras mira el blog repetidamente.
No se tadavia la fecha de la proxima entrega, pero dado q se me a informado del escaso tiempo del que usted dispone, le aseguro de que por mucho que tarde en poner sus comentarios no recibira ninguna regañina (a no ser q sea un tiempo desmesurado).