Érase una vez, en un lugar
recóndito de la india, un chico que vivía muy cerca del bosque. Siempre le
gusto vivir allí por que de día reinaba la tranquilidad y el silencio, pero de
noche, todo cobraba vida, los árboles susurraban, los animales cataban, el río
entonaba una melodía y el viento trasportaba la música a lugares lejanos. Estaba
enamorado de aquel paraje.
Una noche de luna llena Said (ese
era su nombre) vio entre los árboles a un muchacho alto, de pelo negro, vestido
con harapos, con los ojos de un verde tan brillante que jamás se hubiese podido
encontrar en ese frondoso lugar. Primero se asusto al ver al individuo por la
ventana, pero al asomarse de nuevo no vio a nadie y decidió que sus ojos le
habían engañado. La noche siguiente volvió a ver aquel resplandor verde desde
su mirador, solo un parpadeo y desaparecía. Así noche tras noche.
Said, que no era compañero del
misterio, decidió mudarse a la capital y así alejarse de aquel extraño chico.
La idea no le convencía, siempre amo aquel bosque lleno de vida y de paz. La
ciudad, era ruidosa, estaba llena de gente, olía mal, nunca se silenciaba y no
tenía estrellas brillantes en el cielo.
Lo único que lo consolaba era, que delante de su apartamento, había un
pequeño parque con árboles que podía ver desde su ventana, aunque era demasiado
pequeño para crear música.
Había pasado un año cuando mirando
por el balcón, vio aquellos ojos centelleantes observándole. Esta vez, el
muchacho que estaba sentado en un banco, no desapareció. Cuando se armo de valor, Said, bajó al
parque y se sentó al lado de aquel extraño personaje.
-
¿Quién eres? ¿Por qué me persigues?- preguntó Said.
-
No pareces feliz aquí – dijo el muchacho- ¿te gustaba
más el bosque?
-
¿Me has estado vigilando? – pregunto enfadado.
-
Tu corazón estaba más alegre en el bosque. ¿Te gustaría
regresar allí? – dijo el chaval impasible.
Said comprendió que no iba a
conseguir nada cabreándose y decidió seguirle el juego.
-
Sí, me encantaría volver al bosque. Odio esta ciudad.
-
Soy el guardián del bosque. Cuido de todos los organismos
y hago que se mantenga en equilibrio.
-
¿Desde cuando? Nunca vi a nadie vigilando el bosque –
pregunto Said con incredulidad.
-
Desde que el mundo es mundo. Estoy cansado, busco a mi
sustituto y después de contemplarte creo que serias adecuado. ¿Te gustaría ser cuidador? Vivirías en el
bosque, no envejecerías y tendrías que conservar la armonía. Piénsatelo y si
aceptas te veré mañana aquí cuando la luna ilumine el banco.
Sin decir más palabra el zagal desapareció.
Después de mucho pensárselo,
cogió sus cosas y se sentó en aquel banco para ver anochecer.
Y así fue, como un joven
cualquiera, se convirtió en el cuidador del Bosque de las Notas Lejanas e hizo,
que la naturaleza creara obras que hacían enamorarse hasta al corazón más
austero.
Creo que este tiene más de cincuenta palabras diferentes.
ResponderEliminarsip...este es mas literario jajaja!Zagal?asi se llama a los guardianes de bosques?o es un adjetivo?
ResponderEliminarno mesperaba ese final. no se muy bien como queria que acabara, pero no asi. Me parece perfecto...si acabaria como esperaba no tendria gracia.
se me olvido comentarlo...TODO UN RECORD!!!!de obligarte a escribir una vez al mes a escribir dos en un dia!!!
ResponderEliminarZagal es sinónimo de muchacho, joven (lo mire para no repetirme y ahora ya me se una palabra más).
EliminarEn realidad este lo tenia ya empezado a principios de mes (era el q iba a obligarme a terminar y colgar) pero después de estar contigo y decirme q me habías comentado y entrar al blog, me vino la inspiración divina y escribí lo otro.
Ahora puede q tengas que esperar hasta navidades para leer algo más o puede q mañana tengas algo nuevo, quien sabe.
jmmmm....si esq tienes que kedar conmigo para inspirarte jaja!
ResponderEliminarSí, habra que hacerlo más amenudo...
Eliminar