Estoy dentro de una caja de
cartón. Llevo aquí dentro dos meses junto con todos mis compañeros, estamos
nerviosos porque sabemos que en unos minutos saldremos de aquí. Es la primera
vez que voy a ver mundo, nuca he viajado a ningún sitio, quizá se deba a que
todavía soy joven, aunque en realidad ¿Cuál es la media de tiempo para salir?
Oigo los ruidos de la calle y siento como nos movemos, el momento ha llegado.
Una luz brillante entra
cegándonos por un instante, debe de ser el sol. Los más antiguos del almacén
contaban historias sobre una luz brillante y calurosa que provenía de la calle,
muy pocos la habían visto, solo algunos afortunados cuando algún rayo se colaba
por la puerta. Me sitúan en un sitio alto, desde aquí puedo ver todos los movimientos
de la gente, corriendo de un lado al otro haciendo los preparativos de última
hora, veo los árboles, la calle vacía y un montón de cosas que nunca soñé ver.
A las siete de la tarde retumba
un estallido en el cielo, luego suena música a todo volumen desde los enormes
altavoces y se abren las txosnas. A medida que anochece la gente llena las
calles y veo como mis compañeros van desapareciendo. Después de varias horas ha
llegado mi turno, vienen a por mi y me llenan de un liquido amarillo y frío,
voy a conocer al que será mi amigo de viaje.
Es una chica, me rodea con sus
largos dedos y ata una cinta de color rojo a mi hebilla. Esquivamos a la gente, intentado no derramar
el liquido que tengo en las entrañas, hasta llegar a donde está su grupo de amigos.
Ella se sienta en el suelo, bebe un trago rozando sus cálidos labios y su
lengua hirviente contra mi borde y me deja en el suelo. Están hablando, riendo,
jugando a algún juego que no entiendo, mientras me vacío, poco a poco y me
vuelven a llenar de diferentes bebidas.
Nos ponemos en marcha, saltan y
bailan cada vez más animados, llegamos a las txosnas. El miedo me atenaza, lo
primero que pienso al dejarme sobre esa barra pegajosa, es que me van a
abandonar a mi suerte, pero pronto me doy cuenta de que solo voy a ser un préstamo.
Unos bloques de algo llamado hielo golpean fuerte mi interior dejándome
aturdido, acto seguido, vuelvo a estar lleno.
Pierdo la noción del tiempo y de
las veces que me vacio, estoy aguantando ya sin fuerzas para continuar. Siento
un empujón, mi culo torcido se da un tortazo contra el suelo y una zapatilla
morada me lanza rodando lejos. Estoy mareado, solo hay ruido. Unos largos dedos
que reconozco, me cogen del suelo y atan la cinta a su bolso, asegurándose de
que estoy bien sujeto y seguro.
Ha amanecido, en las calles
apenas quedan personas, vamos con paso lento y cansado hacia su casa. Por el
camino veo a un montón de compañeros, tirados en el suelo entre botellas y
cristales. Yo también podría acabar así.
Al llegar, me ha lavado, me ha
secado y me ha colocado en una estantería, donde nunca me sentiré solo y podré
disfrutar del calor de sol, hasta que llegue el momento de volver al combate.
:O
ResponderEliminaral principio he pensado otra cosa jaja! aunq lo de la caja del principio no me cuadraba bien pero todo lo demas si :)
Esq al pricipio iba a ser sobre el tema q propuso borja (q ya lo hare), pero cuando empece a escribir vi encima de la mesa el baso de jaias de bilbo y al final salio eso. X cierto ese monigote es raro :-)
Eliminarque monigote?
Eliminarel :O sobre todo en azul!
ResponderEliminarpues igual que el tuyo [:-)] ...
ResponderEliminarLo bueno de leer tus entradas es que aprendo idiomas jeje...porque me ha costado saber que era un "baso de jaias de bilbo"..Aunque sabía al final que se trataba de un vaso, necesitaba saber que tipo de vaso era...bss
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