Querida
Sally:
Hace tiempo
que no se de vosotros ¿Cómo os encontráis?
¿Te
acuerdas de cuando nos conocimos? Fue en el instituto. Éramos tímidos,
ruidosos, estábamos muertos de miedo y la emoción de lo desconocido corría por
nuestras venas. Después de aquel horroroso primer día nos hicimos amigos y
formamos una peculiar cuadrilla. No éramos los más populares, pero no nos
importaba (quizás lo deseábamos un poco, aunque solo un poco), formábamos un
grupo imperfecto, pero no necesitábamos nada más. Aquel edificio de ladrillo
nos unió.
Fuimos
creciendo y juntos, probamos las primeras fiestas, las discotecas, el alcohol,
el tabaco, los primeros amaneceres fuera de casa… Discutíamos mucho por
tonterías y no todo el mundo se quedo para disfrutar de esos momentos, varios
se fueron y otros nuevos completaron el grupo. A lo que mayor aprecio le tenía,
era a aquellas tardes tirados en el parque jugando a cartas, riéndonos todos
juntos.
Luego el instituto se acabo y
cada uno se fue a recorrer nuevas aventuras, no obstante y a pesar de lo
diferentes que se convirtieron nuestras vidas, permanecimos unidos. Ya nada es
igual, daría lo que fuera por volver a aquella época, aunque solo fuese por
unas horas.
Soy un barco varadoj Sally. El miedo no me deja avanzar. Ya no
rió, no lloro, nada me emociona, el muro que he creado me protege, pero también
me aísla del mundo. Dejé de intentarlo, me dejé llevar, me habitué a ello y el
tiempo lo convirtió en mi realidad. Pero, te prometo que destrozaré esa
muralla, piedra a piedra. Por muy despacio que vaya, por mucho que me cueste,
volveré a saborear el jugo de la vida.
Desde que nos dejasteis, el mundo
ya no tiene tanta luz. Algunos fusibles se quemaron y ya nada podrá
sustituirlos. Os echo tanto de menos.
A más ver,
mi querida amiga.
Estés donde
estés, cuídate.
j Guiño a
Maldita Nerea
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