miércoles, 23 de diciembre de 2015

UN HORRIBLE DÍA



Me duele muchisimo la cabeza. Madre mía, esto es peor que la resaca que tuve cuando nos dimos aquel baño en alcohol. Y yo no soy la única, todas estamos igual. Qué ganas de volver a casa y estar tranquilitas de una vez, pero todavía nos quedan otros siete días aquí.



Llevábamos toda nuestra vida preparándonos para el día de ayer, hemos pasado un hambre tremenda, no podíamos pasar nuestro peso más de tres gramos, pero tampoco podíamos estar demasiado delgadas ya que hay que tener buen aspecto, en fin, que nos han hecho pasar un calvario. Todo el mundo decía que iba a ser el mejor día de nuestras vidas, que brillaríamos con luz propia, que seriamos las protagonistas absolutas, que nos recordarían en los anales de la historia… como ya supondréis era todo mentira, nunca nadie te cuenta la parte mala. Antes de ir nos obligaron a pesarnos, nos llevaron a oscuras a una terrorífica habitación y allí nos tatuaron nuestro nombre con láser y por último nos encerraron en una cárcel circular donde no teníamos espacio para movernos. Ya os podéis hacer una idea de la tortura que nos estaban haciendo pasar y aunque no os lo creáis, lo peor estaba por llegar. En cierto momento empezaron a entrar muchas personas a la habitación en la que nos habían expuesto, todas hablaban de nosotras. De repente nuestra jaula dorada empezó a girar, nosotras no podíamos sujetarnos a ningún sitio, golpeábamos unas contra otras sin poder evitarlo y algunas de nosotras desaparecían misteriosamente. 


Cuando llevábamos unas cuantas horas girando y yo ya estaba más que mareada, algo me succionó haciendo que bajase por un tobogán. Estaba intentando ubicarme, pero una mano gigante me cogió, la dueña de ésta empezó a gritar mi nombre como loca, me acercó a una mesa donde personas extrañas me miraron exhaustivamente. Después, me llevaron para que el resto pudieran verme, un aluvión de flashes me cegaba, no podía ver nada, la niña seguía gritando mi nombre y el resto de sinvergüenzas empezaron a llamarme gordo. Fue el momento más humillante de toda mi vida. Luego me atravesaron con un alambre y siguieron como si nada con su espectáculo.


Ahora aquí estoy, colgada junto con mis compañeras, sin poder hacer nada para aliviar la jaqueca. Sigo teniendo el alambre en mis entrañas y siguen llamándome gordo. Yo he denunciado profundamente el calvario que ayer sufrimos, pero no parece que a nadie le importemos ya. Hemos sido usadas como clínex (sin querer ofenderlos), me siento fatal, solamente quiero volver a casa y que esta pesadilla llegue a su fin.  

3 comentarios:

  1. ¡Madre mía! Me duele la cabeza hasta a mí. ¿Y te vistieron de rojo?
    Bueno, me lo explicas otro día. He venido a dejarte mis mejores deseos para ti y los tuyos. Felicidad, disfruta mucho... y sonríe siempre.
    Un beso enorme.

    ResponderEliminar
  2. Admito que este me ha costado pillarlo...estaba esperando a la última linea y aun así no lo veía hasta que lo he leído de nuevo.

    Muy navideño jajaja!

    ResponderEliminar