lunes, 12 de enero de 2015

A QUIEN PUEDA INTERESAR


Hoy voy a contaros mi historia. Quizás no esté llena de aventuras y emociones, ni soy nadie famoso, ni importante y lo más probable es que todos piensen que es una tontería y nadie quiera leerla, pero a pesar de ello para mi es trascendental contarla. Así pues, os la narro para quien pueda interesarle.


Empecemos desde el principio. Yo nací,  hace ya mucho tiempo de eso. No fui fabricado, no surgí como una flor,  ni tampoco me pintaron, yo nací. Fui formándome en el vientre poco a poco durante varios meses, hasta estar preparado para salir a conocer el mundo. Mis primeros dos años de vida fueron preciosos, llenos de dulces caricias y amor. En los siguientes tres, cuatro, cinco años las cosas se complicaron,  la gente empezó a pellizcarme. Ellos por supuesto decían que era cariñosamente, pero me causaban dolor y molestias, haciendo que me sintiese muy pequeña. Por suerte, en esa misma época también había personas que me defendían, diciendo a los agresores que me hacían daño y que si seguían pellizcándome acabaría siendo demasiado grande y deforme. Lo se, lo se, no es que fuera una gran defensa y tampoco daba demasiado resultado, pero dado que yo todavía no tenía capacidad para defenderme es de agradecer que alguien lo intentase.

Los años posteriores fueron tranquilos, aunque surgieron pequeñas rencillas sin importancia, conseguí olvidarme de los maltratos de la infancia y por supuesto baje la guardia.  Un día, estando yo tan tranquila dándome un respiro, a una persona de cuyo nombre no quiero acordarme, se le ocurrió que sería divertido pasar sus sucios dedos por mí, acariciándome sin permiso y sin previo aviso, algo que no me hizo ninguna gracia. En ese preciso instante debí darle una paliza, sentarlo en una silla eléctrica dándole calambrazos cada vez que se le ocurriese una idea estúpida como esa y romperle cada dedo de la mano con un martillo recordándole que no se toca. Vale, vale, vale, se que estáis pensado “¡Que exagerada!, como te pones por una simple caricia amistosa, relájate un poco y haber si vas a algún curso para controlar esa agresividad”, lo que no sabéis es que esa horrible costumbre se fue contagiando de una persona a otra, haciendo que poco a poco mi ira aumentase y cuanto más les decía que era algo que realmente me molestaba y que por favor cesasen su conducta, más se empeñaban en hacerlo solo por hacerme rabiar, sin poder hacer yo nada para evitarlo.

Hoy en día estoy mucho mejor y esa cruel costumbre está prácticamente eliminada, solo la ejecuta un malévolo gigante con el que desgraciadamente me cruzo un par de veces al año, que ni siquiera debería tener confianza suficiente para hacerlo y  por si se le olvida, a su lado siempre está una perversa bruja que se lo recuerda. Tranquilos, conseguiré erradicar su comportamiento, aunque para ello tenga que romperles cada uno de los 27 huesos de cada mano. Que no, es broma, no les romperé nada, yo en realidad soy muy pacífica. Y a todas esas malas personas que me han hecho sufrir injustamente, quiero decirles que yo también tengo sentimientos.

La vida tiene sus ciclos, nada es para siempre, es como los olores, a veces huele mal como cuando alguien se echa un pedo y otras huelen bien, como cuando entras en una pastelería. Así que, si estáis mal, no os preocupéis, todo pasara.

Y esta es mi historia, la historia de una nariz como otra cualquiera.

3 comentarios:

  1. Que bueno! Jaja! Al principio pensaba que hablabas de los mofletes

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Aconsejo difundir el mensaje x la seguridad de los dedos de la gente.

      Eliminar
  2. Yo creo que esa nariz ha hablado alto y claro (vale lo ha escrito). Creo q es un mensaje muy claro para quién pueda interesarle. Y ahora mismo no está pensando en nadie... :-D

    ResponderEliminar