El
Universo, 18 de octubre de 2222
Querida chiquilla que tantas dudas tienes sobre los órganos
que hemos sido trasplantados.
Quería escribirte esta carta para aclarar tus dudas antes de
que me vaya al paraíso a descansar, pues ya soy un corazón viejo y raído por el
paso de los años. Estoy mayor.
Mi historia comenzó hace ya una pila de años en el interior
de un muchacho joven y fuerte. Era un chico al que no le daba miedo nada,
siempre se atrevía a cualquier reto que le propusiesen. Su actividad preferida
consistía en saltar al vacío. Recuerdo una vez en E.E.U.U. que decidió montar
en uno de esos monstruos llamados toros, yo no podía dejar de temblar, pensé
que me iba a salir del pecho, pero no pasó nada, los únicos afectados fueron
algunos huesos sin importancia. Vivimos momentos emocionantes, pero ya sabéis
lo que dicen, el cementerio está lleno de valientes. Y este, abandonó su cuerpo
tras una partida a la ruleta rusa.
La siguiente chica con la que estuve la conocí siendo ella
una adolescente. Cuando los médicos me colocaron en su cuerpo, fui tan bien
recibido y tenía tantas ganas de tenerme en su interior, que me sentí como en
casa. Hasta mi llegada, había sido una pequeñaja débil y pálida sin fuerzas para
nada, siempre enferma. Cuando aparecí en su vida decidió que ya estaba cansada
de estar tumbada, siempre estaba haciendo actividades, se convirtió en una culo
inquieta. Pero lo que más le gustaba hacer era bailar, bailar noche y día. La
guerra se la llevó con sus zapatos de baile puestos.
La siguiente y última persona de la que fui inquilino, era
una mujer de armas tomar. Se había puesto enferma hacía un par de años, pero ni
aun así había dejado de hacer lo que más le apasionaba, volar. Desgraciadamente
un día se desplomó sin previo aviso, sin que nada especial sucediera. Y aquí
estamos los dos, tirados en la cama de un hospital, esperando a que llegue la
hora de despedirnos.
Como te he comentado al inicio de esta carta, este es mi
adiós, es hora de que me jubile dejando paso a los nuevos corazones sintéticos
que nunca fallan. Ya no se hacen trasplantes de corazones reales, yo soy uno de
los últimos que quedan. Tengo que confesarte que he conocido
corazones que han convivido largo tiempo con humanos, incluso algunos que han
pasado por diez sujetos.
Espero haber resuelto casi todas tus dudas. Dile a tu
corazón que cuando le llegue la hora de retirarse pregunte por mí, pero que no
tenga ninguna prisa por llegar. Para terminar, quería aconsejaros que
disfrutéis juntos cada día como si fuese el último.
Un besazo.
Este relato es la contestación a un comentario que
encontrareis en la entrada UNA NUEVA VIDA
Pikxi...aún estoy conmovida, este relato me ha puesto los poros en punta porque he sentido el adiós del corazón como si fuera una persona que ya ha cumplido su misión y se retira dando paso a los jóvenes...Después de los 50 todos tenemos ese miedo latente de saber que empezamos a ir cuesta abajo y que en cualquier momento puufff!! nos iremos...lo que duele no es irse..es saber que aún tenemos muchas cosas por hacer...no es miedo a dejar este cuerpo, es que el tiempo cada vez pasa mas rápido..los años que antes eran tan lentos pasan de un diciembre a otro en un tris...lo mismo hace poco era 2000 y ya vamos en el 15...y bueno...que me ha dolido esta historia...en el fondo de mi corazón no trasplantado...besos
ResponderEliminarMe parece muy original y además preciosísimo... Es un tema del que todos deberíamos tener conciencia.
ResponderEliminarMuchos besos.