Esta semana nos convoca Dorotea, bajo el tema Oficios de
antaño. Si queréis disfrutar del placer de leer más relatos los encontrareis en
su blog Lazos y Raices.
Se sienta cada noche en la cocina al calor de un viejo
infiernillo, de los que ya nadie tiene, de los que nadie recuerda, pero que
antaño eran el único modo de calentarse y cocinar.
El run-run de la televisión la
entretiene mientras hace su tarea, al igual que lleva años haciendo. A su vera,
una gran lámpara de luz blanca la alumbra, sus ojos están cansados, ya no son
lo que eran. En su juventud, todas las mujeres sabían hacer lo mismo que ella,
era algo común, ahora casi nadie sabe. Ella siempre tuvo muy buena mano para
las labores y por ello le pagaban por su trabajo, ahora solamente hace alguna
cosilla. Puntada tras puntada, va bordando la flor azul en el mantón blanco, en
el que lleva meses trabajando con sus arrugadas manos. Ha puesto su corazón en
él y ha merecido la pena. Sabe que a su nieta le encantará, ya que siempre le
dice con una sonrisa en la boca, que lo que ella cose son obras de arte y eso
es algo que no se paga con dinero.
No se pagan con dinero esos trabajos hechos a mano, con habilidad, creatividad y, en este caso, cariño.
ResponderEliminarUn relato muy tierno, besos.
En esta era en que todo se compra hecho y que dura, lo que dura antes de ser desechado, se echa de menos ver a esas abuelas y madres que hacían el ajuar a sus hijas para la boda..puntada tras puntada...el vestido para el bautizo..el pañuelo para su amor...siempre bordando y dejando su amor en cada hilvanada...
ResponderEliminarMuy bella tu entrada Pikxi...besoss
¡Qué mérito tenían esas mujeres y qué manos...!
ResponderEliminarHoy , cuando ya no existen estas mujeres es cuando se paga bien sus trabajos.
Buenas tardes, Pikxi:
ResponderEliminarMe ha gustado el detalle en tu relato, encuentro en él una metáfora del cuidado con el que se repasan los trabajos de costura.
Y sí, el cariño de una sonrisa no se paga con dinero.
Feliz fin de semana, Pikxi.
Hola Prixxi hermoso relato. Mi abuelita solia coser, me evocas ese momento hermoso ahora... Besito
ResponderEliminarMi madre tiene manos mágicas. Yo no he heredado esa paciencia y esas ganas. Sus bordados, sus miles de puntadas de colores con mi nombre, con el deseo de buenas noches... sus miles de bodoques, sus ganchillos para hilo... En fin, no tiene precio pero es un recuerdo imborrable. En cada una de esas puntadas hay trabajo y cariño. Impagable.
ResponderEliminarUn beso enorme.
Hola Pitxi. El oficio de bordadora no se ha perdido aún, pero queda limitado casi en exclusiva al ámbito de los conventos donde bordan hermosos mantos para imágenes. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminar"Lo ha bordado" decimos para expresar aprecio por una labor hecha con mucha calidad. Tiempo y silencio, dedicación y oficio... características que ya no encajan en la sociedad del usar y tirar. Gracias por recordárnoslo. Un abrazo
ResponderEliminarDesde luego es un oficio que se va perdiendo en esta forma tan artesanal que tu describes.Ahora es más fácil y barato comprar esas cosas fabricadas industrialmente. Cuando yo era pequeña, mi abuela me enseñó a hacer punto de cruz, vainica, bordado...ahora lo más que coso es un botón.
ResponderEliminarUn beso
Cuando era pequeña aprendi a bordar y lo odiaba. Hace unos años entre en depresion y fui saliendo de ella gracias a las puntadas bordando imagenes en punto de cruz. Los bordados son obras de arte que se hacen con amor, bordar ayuda a sanar el alma. Precioso escrito, besos.
ResponderEliminarNo hace falta irse tan lejos en el tiempo para sentir que los trabajos manuales y artesanales se están perdiendo. Mi madre hace poco me dijo que en mis hermanas no veía interés en aprender a coser, hacer punto o esas tareas que mi madre lleva haciendo toda su vida y que nos ha intentado enseñar varias veces...Y mi madre no ha llegado a los sesenta.
ResponderEliminarY la última frase también me es familiar. Los trajes y jerseys de ama no tienen precio.