martes, 19 de enero de 2016

FUTURO INCIERTO



Siempre me ha gustado el olor a salitre. Ese olor tan característico de los puertos, ha logrado siempre que me sintiese como en casa y es curioso, porque yo nunca he vivido cerca del mar. Supongo que el destino me estaba mandando una señal, de hacia donde debería encaminarme.



Mi vida empezó de la forma más natural. Sí, yo también nací como cualquier otro. Crecí en una familia recia, de duro carácter. En mi casa solamente existía la disciplina, el amor y el cariño se desvanecían con cada año que pasaba, hasta desaparecer. Lo mejor de mi infancia fue conocer a mi vecino y mejor amigo Max. Aún recuerdo el dulce olor de las deliciosas galletas que hacia su madre. Nos pasábamos interminables horas jugando con el resto de los niños del barrio. Y siempre me defendía cuando alguien se metía conmigo. A mis padres no les gustaba que me juntase con él, incluso me lo llegaron a prohibir, pero jamás les hice caso. 


En marzo de 1933, el día de mi decimosexto cumpleaños, se dio lugar un acontecimiento histórico que cambiaría el rumbo del mundo en general y del mío en particular. Un mago negro de palabras oscuras, con sus trucos y artimañas, logró convencer a demasiadas personas, haciéndose así con el control de todo un país. Las personas enloquecieron. El dios del caos tocó nuestras vidas, obligando a Max y a otras muchas personas, a llevar una estrella en el pecho.


Los rumores sobre lo que les sucedía a los judíos estaban cada vez más a la orden del día. Mi familia era leal al Führer, por lo que debía ver a mi amigo a escondidas. En una de esas reuniones secretas, me dijo que se marchaba, sus padreas habían conseguido de forma clandestina documentación legal para él y su hermana pequeña.  El plan consistía en cruzar Holanda y allí coger un barco hasta Inglaterra. No dude ni un segundo, era el momento de apoyar a quien siempre había estado a mi lado, hice el petate y me fui con ellos.


Tardamos casi mes y medio en llegar a nuestro destino. No fue un camino fácil. Muestras respiración se paraba cada vez que veíamos a un soldado alemán. 


Ahora estamos aquí, en un pequeño pueblo pesquero, a la espera de que nos deparará el futuro en esta tierra de nadie y con un mundo manchado de sangre.

2 comentarios:

  1. En cambio yo nací casi siendo un pez...viviendo con el mar casi como si fuera mi patio trasero..y sin embargo ahora me queda lo suficientemente lejos (tanto en distancia como en tiempo disponible) que pueden pasar años antes de ir..pero cada vez que huelo a salitre es como si estuviera en casa...besos

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  2. querida Pikxi: Si que es extraño esto que cuentas. Yo nací en al montaña y es allà donde me encuentro como en casa, Y esto que vivo cerca del mar desde hace 43 años, UN beso.

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