Érase una vez, en un reino muy lejano (Sólo
para el autor del cuento. Puede que a ti que te lo estás leyendo ahora, te
pille cerca) vivía una hermosa princesa, blanca como la capa superior de la
nieve del Everest que aún no ha sido pisada, llamada Blancanieves. Ella, compartía
castillo con su madrastra, que era, según la versión de Blancanieves, una mujer
muy mala y vanidosa, que lo único que quería era ser la mujer más hermosa del
reino. Todos los días, después de empolvarse de blanco la nariz, preguntaba a
su espejo mágico quién era la más bella del reino, a lo que el espejo contestaba:
- Tú eres la más hermosa de todas las mujeres, reina mía. (El espejo, lo que se dice contestar tampoco
es que hiciese. Lo que pasa es que ella, después de empolvarse tanto la nariz,
era lo que oía en su cabeza. El espejo era uno normalito, sacado de un Ikea de
la época.)
El tiempo fue pasando, hasta que un día mirándose en el espejo mágico escuchó
que la más bella del reino era Blancanieves. La reina de la vanidad, llena de
furia y de rabia, ordenó al único cazador que llevase a Blancanieves al bosque
y que la matara (Otra cosa no sé, pero
que con esta reina no se podía bromear sí. Recursos tenía para dar y tomar,
manejaba mucho lingote blanqueado.). Y como prueba traería su corazón en un
cofre y así utilizarlo para hacer un guiso con papas. El cazador llevó a
Blancanieves al bosque, pero cuando allí llegaron, ella le hizo una llave de
judo, le quitó el cuchillo y amenazó con destriparlo. Él, asustadísimo rogó por su vida de rodillas
y con lagrimones en la cara y como a Blancanieves no le apetecía mancharse,
dejó que se fuera no sin antes obligarle a matar a un pobre jabalí, para llevar
el corazón a la reina.
Blancanieves, descubrió una preciosa casita y entró sin pensarlo dos veces (Ya sabéis que las princesas tienen
inmunidad y no se preocupan por allanar las casas ajenas, ni por robar millones).
En la casa, había siete platitos en la mesa, siete vasitos, y siete camitas,
dónde Blancanieves, después de juntarlas sin ninguna consideración, se acostó
quedando profundamente dormida.
Cuando llegaron los siete enanitos, dueños de la casa, que trabajaban explotados
en unas minas, se enfadarón muchísimo al descubrir a Blancanieves. Ella les
contó toda su historia con amenazas veladas y los enanitos, muertos de miedo,
la abrazaron y suplicaron a la niña que se quedase con ellos. Blancanieves
aceptó y se quedó a vivir con ellos. (Sólo
la muchacha era feliz, los otros siete vivían atemorizados.)
En el castillo, la reina se puso otra vez muy furiosa al descubrir, que
Blancanieves todavía vivía y que su proveedor de polvo blanco para la nariz había
desertado. De mala leche, vengativa y sin otra cosa mejor que hacer, la
madrastra se disfrazó de una inocente viejecita y partió hacia el bosque.
Cuando Blancanieves estaba sola en casa, la reina se acercó a las minas y
ofreció a los enanos una manzana envenenada, para acabar de una vez con el
problema de la ocupa. Cuando los enanitos le dieron la manzana a Blancanieves y
ésta la mordió, cayó desmayada. Blancanieves, tendida en el suelo, pálida y
quieta, parecía estar muerta, para alivio de todo el reino.
Preocupados, los enanitos compraron una urna de cristal blindado para que
todos los animalitos del bosque pudiesen despedirse de Blancanieves. Unos días
después, apareció por allí un príncipe tontainas a lomos de un caballo. Y nada
más contemplar a Blancanieves, quedó prendado de ella. (Sí, a este príncipe le iba la necrofilia)
De alguna forma inexplicable, consiguió romper el cristal y besó a la
chica. Blancanieves volvió a la vida, pues el beso de amor que le había dado el
príncipe, desgraciadamente rompió el hechizo. Blancanieves se casó con el príncipe
y expulsaron a la reina del palacio, y desde entonces todos pudieron vivir
felices. (En realidad no. Cuando se
quedaron solos, Blancanieves empezó a maltratar física y psicológicamente al príncipe,
como ya había hecho antes con el resto. La reina, libre por fin de la tortura
de Blancanieves, fue a un centro de desintoxicación y ahora vive pacificamente feliz. Los
enanos, denunciaron a la empresa de cristales por engañarlos, cobraron una indemnización
y con el dinero hicieron realidad su sueño de montar una editorial. El cazador,
se marchó a vivir a un reino donde todos sus habitantes eran veganos.)
The End
Impresionante final. Me gustó eso de que la reina vive feliz, libre de Blancanieves. Y la verdad que la empresa de cristales merece que le cobren una indemnización por haberse escapado la malvada Blancanieves.
ResponderEliminarSaludos.
La verdad esta mas cercano a la realidad . Blancanieves nunca me gusto. La reina merece otra vuelta d epagina. Y los enanos pues, era hora de algun premio para ellos. Buena imaginacion
ResponderEliminarEspero dejar de reírme en algún momento...es que las palabras entre paréntesis están como para enmarcar....Felicitaciones por ese humor tan primaveral...bss
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