¡No había ni que decir! Rica y glamorosa era la ciudad que le
hacía tener pesadillas y ella temía que llegase el día en que la visitara por
primera vez. Había sido la elegida entre todas para cumplir ese gran honor.
Cada año, dos semanas antes del día en el que la luna cubría el sol, los
oyentes de los oráculos daban el nombre de la mujer elegida por los dioses. Debían
tener entre 17 y 23 años y sus cuerpos ser sacrificados en la ciudad de Teotihuacan
en el preciso instante en el que el día se convierte en noche, sirviendo sus
almas eternamente a los dioses en el Asgard, una distinción que el resto de los
mortales jamás tendrían.
Su abuela, desde que supieron la gran noticia, todas las
noches le contaba historias sobre la imperial ciudad. Ella hacía años había
servido para Seiðmaðr supremo de la ciudad. Le contaba que los edificios
estaban construidos de oro y mithril, como había estatuas echas con rubís. Le
contaba que las damas vestían con vaporosos vestidos de seda y lino adornados
de abalorios de diamantes. También le dijo que los banquetes eran
extraordinarios, la comida provenía de todos los lugares del mundo conocido,
manjares que jamás podría llegar a imaginar, dulces, salados…mesas llenas de
delicias que solo los altos cargos tenían el privilegio de degustar y que ella
al ser la elegida tendría la oportunidad de probarlos. Pero sobre todo le
hablaba de la habilidad de los constructores al diseñar la metrópoli para que
los cuidadores del templo, los sacerdotes y los oyentes de los dioses en el
oráculo de Delfos estuviesen siempre a salvo. Como habían llenado de túneles
subterráneos y pasadizos secretos toda la ciudad, que llevaban a países lejanos
donde las costumbres eran diferentes. Como antaño todos los ciudadanos conocían
su existencia, pero que los conocimientos se perdieron y que ahora solo el
supremo Seiðmaðr sabía donde se encontraban las puertas, pero quien supiese
mirar bien las descubriría sin problema.
La noche anterior a su partida el miedo la atemorizaba,
luchó con todas sus fuerzas contra el agotamiento, pero cuando él ganaba la
batalla las pesadillas reaparecían. Ella intentando librarse de los dos
gigantes que la arrastraban hacia el altar mientras gritaba y pataleaba, de
rodillas vestida de blanco con el mundo mirándole, el frío acero en la
garganta, la sangre salpicándolo todo, un río rojo corriendo escaleras abajo…
los gritos se escuchaban en todo el pueblo, pero nadie fue a consolarla. Ser la
elegida era un gran honor y ella debía aceptarlo con orgullo.
Al alba, el carruaje que desgraciadamente la llevaría a la
temida ciudad apareció en su puerta. Su familia se despidió de ella fríamente recordándole
lo orgullosos que estaban de que fuese a servir eternamente a los dioses. Solo
su abuela se acercó a ella y le colgó una llave al cuello y mientras la
abrazaba le dijo:
-
Jamás te quites este collar, llévalo para no olvidar
mis historias y recuerda que siempre hay llaves maestras.
Se subió al carruaje conteniendo las lágrimas, deseando que
alguien lo parase, pero nadie lo hizo. Las mujeres del pueblo cantaban
canciones de melodía triste y echaban flores negras a su paso, entre ellas vio
a sus amigas con las que tantas veces había jugado y a las dulces niñas que en
el futuro podían llegar a tener su mismo destino. Cuando solo se oía el trotar
de los caballos sacó la cabeza por la ventana, miró atrás comprendiendo que
aquel era un viaje sin retorno y dos
ríos inundaron su cara. Se pasó el resto del viaje acurrucada en el suelo sin
saber donde estaba. El carruaje debió de pararse pero ella no se dio cuenta. Un
señor alto, de piel morena y vestido con una túnica blanca abrió la puerta.
-
Levanta – le dijo con voz firme dándole la mano para
ayudarla a salir – Bienvenida a la ciudad de los dioses.
Al salir se quedo sin habla. Todo lo que decían sobre ella,
todo lo que su abuela le contó era real, nunca había visto algo tan bello. La
acompañaron al interior del templo, en el cual se encontraba el oráculo de
Delfos donde los dioses gritaron su nombre. La llevaron hasta una habitación
con una colosal cama, con una amplia ventana que daba a un balcón y una inmensa
bañera de oro. Una chica vestida de rojo la esperaba dentro.
-
Ella será tu doncella. Te acompañara en todo momento
hasta que llegue la hora de reunirte con los Dioses. – Dice – Ayúdala a
prepararse, que se de un baño. – Ordena a la doncella – Cuando estés preparada
bajarás a comer al gran salón, allí podrás degustar manjares que tu paladar
nunca olvidará. A la tarde, iremos a ver los combates entre gladiadores, que
lucharán por tener el honor mañana de acompañarte al Asgard para servir como
escuderos.
En cuanto el sacerdote abandonó la estancia, su ayudante
empezó a llenar la bañera y mientras la ayudaba a acicalarse no dejaba de
decirle lo afortunada que era por ser la elegida de los Dioses, la envidia que
le tenía, lo mucho que a ella le gustaría estar en su lugar, lo increíble que debía
resultar servir a los Dioses… Sabía que la doncella tenía razón, pero ella lo
único que sentía era pánico y rabia.
El comedor estaba repleto de personas, una música alegre
sonaba por toda la estancia, las mesas estaban cubiertas de deliciosos
manjares, se sentó a comer y no paró hasta sentirse más que saciada y por un
momento se olvidó de donde estaba, embriagando su alma de felicidad. A la tarde
fueron al circo, a ver luchar a los
gladiadores, eran combates a muerte, cortaban la carne con sus espadas como si
fuese mantequilla, degollaban y destripaban a sus rivales en cuanto se les
presentaba la oportunidad, todo olía a sangre y vísceras, pero la gente no
dejaba de gritar y animar entusiasmados. Pronto empezó a sentirse mareada, el pavor
no le dejaba pensar, sentía nauseas, intento marcharse de allí pero la doncella
le decía que sería una gran falta de respeto hacia los nobles luchadores y la
retenía impidiéndole huir. Aguantó lo insufrible, ni cuando devolvió toda la
comida la dejaron machar, hasta que terminó desvaneciéndose.
Al despertar era de noche, estaba en su habitación limpia y
metida en la cama. A su vera, en un pequeño diván dormía placidamente su vigilante
aun vestida de rojo. Se levantó a toda prisa, tenía que escapar, no quería
sacrificarse por los Dioses, ella jamás pidió esa distinción. Empezó a buscar
una salida, sabía que tras la puerta estaban los guardias, pensó en saltar por
en balcón pero descarto la idea al ver la altura y el patio lleno de soldados,
estaba atrapada, aquello era una trampa mortal, perfectamente diseñada para que
nadie pudiese huir. Cuando comprendió que su destino ya estaba escrito, que
tenía que aceptarlo se sentó en el suelo dispuesta a abandonar sus ojos al
llanto, pero al hacerlo, en la pared del fondo vio un pequeño agujero, se
acercó a él, llevo su mano al cuello y en ese preciso instante recordó las
historias que su abuela le había contado. Cuando se disponía a coger la llave escuchó
una voz tras ella.
-
Deberías estar durmiendo. – Dijo su carcelera desde el
diván – Hoy ya nos has avergonzado lo suficiente. Mañana debes tener buen
aspecto para los dioses.
Pensó en escapar y correr, pero sabía que su vigilante
avisaría a los guardias antes de que pudiera hacer nada. Así que decidió
tranquilizarla, hacer que creyese que tenía la razón, que por fin había
comprendido lo que significaba ir al Asgard y se metió en la cama fingiendo
dormir. Cuando oyó los leves ronquidos, se levantó, al mismo tiempo que se
ponía sobre ella para inmovilizarla, aplastó su almohada contra la cara de la
sirvienta hasta que dejó de patalear y su cuerpo se volvió flácido. Se dirigió
otra vez hacia la pared, metió la llave que su abuela le había dado por el
agujero, la giró con cuidado y al hacerlo una puerta se abrió frente a ella
mostrándole un largo y oscuro túnel. Cogió todas las velas de la estancia, los
fósforos, una manta, la comida y cerrando la puerta tras de si, se dirigió
hacia lo desconocido.
Tengo que admitir que al principio creía que no iba a ser nada del otro mundo porque estaba basado en un mundo de mitología que ahora con Thor y demás películas se ha expandido mucho y mucha gente lo conoce, pero me ha gustado.
ResponderEliminarMira que yo soy borde pero la doncella por la noche no se queda corta jaja! Y la abuela me cae bien. No dice nada claro pero lo dice todo.
Y la chica la eligieron mal, demasiado lista. Es capaz de mantener la calma y convencer a la doncella y luego es capaz también de pensar en velas, manta y comida. Aunque entiendo que la doncella no sabría de la existencia de esa puerta...si no al bañarla y asearla le llamaría la atención una llave colgada del cuello.
Mujer de poca fe... Ni con mi mezcla de diferentes mitologías te he convencido. Que daño ha hecho Marvel al mundo de la mitología....
EliminarP.D.: Tienes toda la razón, no es nada del otro mundo.
EliminarYo no he dicho eso...sabes escribir pero la comprensión del texto no se te da bien veo :-P
EliminarSí, la cruda realidad es que me cuesta un barbaridad entender los texto. De todas formas aclarar que mi comentario anterior era una afirmación, el texto no es nada del otro mundo.
EliminarTambién aclarar que en eso de escribir voy justita, no te creas que se hacerlo, el autorrellenar ayuda mucho. Incluso a veces escribe él solo los relatos.
Un cordial saludo